Se habla de defensa adelantada porque se asocia a la «zona presionante» al defender sobre la primera fase de construcción del juego del adversario, en el último tercio del terreno. Para Yagüe Cabezón (2001), el empleo de la «defensa en zona» es imprescindible “para configurar un contexto de juego que facilite el pressing”. Coincidimos con Frade (2002) cuando afirma que la «defensa en zona» “es un bloque y no es un jugador que la coordina. Esto es, el espacio de mi responsabilidad es un espacio que no existe permanentemente, sino que va siendo diferente según la posición de la pelota”.Tadeia y Carvalhal concuerdan enteramente. En el césped, con el marcaje en zona, ninguno de los jugadores tenía una posición fija. López López (2003) es de la opinión de que la «defensa en zona», a través de la cual dominamos los espacios más adecuados en función de la posición de la pelota, es la presión defensiva, que trata de aprovechar el dominio y la reducción de los espacios para presionar al portador del balón y a los atacantes que lo apoyan, son dos aspectos que deben estar íntimamente relacionados en cualquier organización defensiva.
Para Pereni y Di Cesare (1998), el pressing es mucho más fácil de realizar con una «defensa en zona». Para Michels (1981), se trataría de un «marcaje en zona» y diferiría del «marcaje individual» hecho en esa época por muchos equipos, en la medida en que, en ésa, cada jugador tenía que «marcar» siempre al mismo adversario. En este contexto, la regla del fuera de juego es, desde el punto de vista táctico, determinante, en la medida en que su existencia nos posibilita la gestión del espacio de juego efectivo en profundidad. En el fondo, dicen, se trata de que el equipo actúe como una “unidad compacta” al desplegarse sobre el terreno de juego. Se trata de defender con coordinación, sincronización y solidaridad defensiva. Esta «articulación de sentido» de las «partes» (defensiva y ofensiva) del «todo» (organización del juego) pasa, en gran medida, por la definición de principios que regulen los momentos de transición (defensa-ataque y ataque-defensa), constituyéndose como «partes» fundamentales de ese «todo». La presión sobre el portador de la pelota y la cobertura mutua son las claves de esta defensa activa.
De acuerdo con Marziali y Mora (1997), la presión puede ser definida como el movimiento del equipo con intención de cerrar los espacios en torno al jugador que lleva la pelota, reduciéndole el tiempo disponible de juego. Es claro que nadie va a hacer marcajes individuales a todos los jugadores, porque sino jugadores con una función nuclear en el juego estarían muchas veces hipotecados en tareas defensivas individuales, para andar persiguiendo a los adversarios, descuidando el eje del terreno, donde son necesarios no sólo para defender sino también para iniciar el juego a partir del momento en que el equipo roba la pelota. Más allá del posicionamiento de los jugadores en el campo, la revolución apostaba por la dinámica de la táctica. Se trata de que los jugadores ahorren energía para utilizarla cuando tenga la pelota. De ahí que yo diga que los jugadores se posicionan en función de la pelota. Mourinho dice: “Yo no soy nada de conceptos, pero pienso que no existen dos zonas presionantes iguales. Repárese igualmente en las palabras de Queiroz (2003a) sobre la forma de defender del equipo portista: “Tenemos primero que tener buenos jugadores, buenas ideas y buen entrenamiento.
Esto debería suceder con cada uno de los adversarios de modo que, cuando la pelota fuese dirigida para uno de ellos, un jugador suyo pudiese interceptar la bola y, de inmediato, reiniciar las acciones ofensivas. Esto es, nos permite disminuir la profundidad del proceso ofensivo del adversario y, por lo tanto, dificultar la creación de espacios libres (Yagüe Cabezón, 2001). Merece la pena destacar, que no se trata aquí de jugar con la «almohadilla» del fuera de juego. En el fondo, aquello que sobresale de la intención de hacer una «zona presionante» es la búsqueda de la posesión de la pelota, la búsqueda del error del adversario para recuperar la pelota, esto es lo mismo que decir, el querer atacar. La entrada del balón en determinada zona del terreno de juego y que un adversario reciba la pelota de espaldas son dos de los ejemplos que nos da. La zona pasiva, de retroceso y espera, fue dando lugar a una zona agresiva (Valdano, 2002), con la cual se procura impedir la construcción de juego por parte del adversario (Caneda Pérez,1999).